martes, 9 de septiembre de 2008

Alumnus a pedibus usque ad caput

Me da gracia no recordar las fechas importantes, suelo ser algo despistada en ello pero recuerdo vividamente ésta en particular: sábado 23 de agosto.

Los misterios insondables del universo, diría mi amiga Vish. Encontré a un aprendiz en el noble arte del seducir y manipular.

Fue completamente sorpresivo, no planificado y... doloroso.

No doloroso en el sentido de “Turtles can fly”una película kurda de niños mutilados que me topé en el mercado y me hizo chillar por dos semanas consecutivas. No por Dios, fue físicamente doloroso para mi humanidad.

Una reunión de amigos del primo se degeneró en el infame “one stand night”.

No diré que es bien parecido. Mas bien un mocete con un encanto poco usual. No aquel atractivo atolondrado de los jóvenes que creen que por echarse dos polvos seguidos ya se creen Michael Pelphs... olímpicos. Este crío tiene ciertas particularidades que lo hacen “memorable”. Y en añadidura, algunos años menor que yo, para inflar mi ego, vamos.

Lo llamaré Jano, por la dualidad casi esquizofrénica de su personalidad. Su fría indiferencia rompía en arranques de ciega y atropellada pasión que solo yo ví esa noche.

Tal y como me imagine, el putón tenía un vasto kilometraje recorrido en estos menesteres.

Pero yo seré para él, inolvidable.

El sexo fué brutal, fugaz y como ya dije, doloroso. No me apetece entrar en detalles ahora. Solo diré que el vigor de sus movimientos me hicieron recordar las viejas heridas de cuando me desvirgaron. Textual. Encuentro en este hecho un significado ritual: Destinado estás a desaparecer para que algo nuevo nazca: el gusano muere y emerge la mariposa; la semilla se destruye y germina un árbol... toda transformación es dolorosa...agónica... inhumana, corres el riesgo de morir ... Se derrama sangre como ofrenda de agradecimiento por que venciste. Algo murió en mi ese día, por eso decidí escribir este blog.

De todas maneras, fue tan impetuoso y tan bizarro que, por un momento deseé que él la estuviera pasando mejor que yo.

Cuando ya me había acostumbrado a sus modales chulescos “mete - saca” encontrándole el gusto a sus torpes y ansiosos movimientos, me di cuenta que terminó por segunda vez. Estaba exhausto.

La resaca moral me duró horas. Y fue cuando empezaron a llegar los sms de tono subido: que el sexo fue delicioso, que tu coño es increíble, que tus tetas, que tus caderas blah, blah, blah.

Dialéctica de fetos...

No pude evitar sentir un poco de lástima por él, supongo que es un vestigio de lo que alguna vez sentí por Morfeo. Siempre desprecié la sensiblería barata por considerarla inútil y que más que ennoblecer a un persona, la convertía en un discapacitado mental. “La Soberbia se paga caro” solía decir mi abuela y cuánta razón tenía, pues tantos años envidiando secretamente esos deleites, dada la oportunidad su hechizo me rindió, tentándome a no ponerle un límite razonable. Y lo pagué caro con Morfeo y su opio adormecedor. No caeré en la misma piedra dos veces y me ufano de no ser una persona cálida por naturaleza, mucho menos si es mi voluntad demostrar mi tesis y para ello me tenga que “castrar” sentimentalmente. No por que los dichosos y enfermizos sentimientos no puedan existir – si fuera el caso- sino que no me he permitido sentirlos por Jano en particular. Y ¡por los cielos y el infierno y todo lo que hay debajo de mi cama que sería un desperdicio hacerse ilusiones conmigo!. Yo no siento y no voy a sentir nada por el. Punto.

He aparentado ser muy fuerte, segura, sarcástica, grosera e incluso actuando como si el sexo per se careciera de significado ¡como si solo estuviera haciendo una rutina aeróbica desnuda!. Lo he humillado y tratado muy mal para obtener como resultado el que quede coladito a mis faldas.

Al extremo de que pidió ser mi amante.

Más mensajitos, más llamadas por teléfono, una pseudo declaración de sus buenas intenciones y yo no cedo. Estoy empecinada por enseñarle y graduarlo con honores.

Ahora sé como se siente follar por lástima. Dar migajas a quien ruega por ellas y que un día... desaparecerán, tan fugaces como las fuerzas que nos unieron esa noche.


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